lunes, 6 de abril de 2015

CATEDRA DE LA PAZ MONS. OSCAR ARNULFO ROMERO EN SUS PRIMEROS AÑOS: Una mirada retrospectiva



En el marco de los veinte y ocho años de labor de Cátedra de la Paz y Derechos Humanos “Mons. Osca Arnulfo Romero” de la Universidad recordaremos un documento elaborado por Rafael Aguilar; quien era integrante para ese momento.
El año 1991 marcaba los tres primeros años de existencia de la CATEDRA DE LA PAZ  MONS. OSCAR ARNULFO ROMERO. No son muchos años si los comparamos con otras instituciones similares. Pero son muchos si los comparamos en el panorama regional, nacional e incluso mundial.
Que ha visto nacer decenas de instituciones al servicio de la paz, que luego de algunos meses desaparecen, se extinguen por mil u otras razones, pero, razones o no, ya no existen. Muchas de ellas dejan de existir porque carecen de las bases filosóficas de una verdadera ideología pacifista; otras porque sus asociados se cansan de un trabajo que es arduo y agotador, muchas veces incomprendido y otras tantas vilipendiado. A otras las destruye las disensiones internas, la falta de flexibilidad en sus funciones y en los enfoques sobre la problemática social, la inadaptación a la realidad de cada país y de cada situación.
Muchas mueren asfixiadas por la presión de poderosos grupos económicos, sociales y políticos que se molestan por las actividades en defensa d la paz y el bienestar social de las pequeñas comunidades.
Unas más perecen porque no saben llegar a la opinión pública, no se hacen entender por el ciudadano común, porque a veces hablan en un lenguaje rebuscado y sofisticado. Otras más, languidecen porque no logran el mínimo apoyo económico y a veces pretenden lograrlo solo como dadivas de los organismos oficiales.
En fin, son múltiples los aspectos que atentan realmente contra todo tipo de agrupación pacifista y a ello se une, en nuestro país, la dificultad enorme que hay para organizarse, trabajar en grupos, en comunidades y sobre todo, nuestra ya secular indisciplina. Esto hace mucho más meritoria la existencia de una institución que como la CATEDRA DE LA PAZ  MONS. OSCAR ARNULFO ROMERO, haya arribado a su tercer año de lucha, siempre recordando que la paz no se da, se construye con la participación comunitaria.
Contra viento y marea, a pesar de dificultades de toda índole, la Cátedra de la Paz, como ya todos la llaman, ha pasado de ser una agrupación localizada en Mérida, a una organización con amigos prácticamente en todo el país, y aún en el exterior.
La actitud de muchos hacia la Cátedra de la Paz, que al principio era de escepticismo, hasta de sonrisas irónicas ( estos utópicos pacifistas… ), ha cambiado hacia un gesto de respeto y consideración, incluso algunos le tienen cierto temor a la Cátedra de la Paz, no porque esta sea violenta o persiga a nadie, sino, porque mantiene firmes sus principios pacifistas y sus puntos de vista sobre un desarrollo más armónico del país; un desarrollo más en consonancia con el ambiente que necesita el hombre para su realización física y espiritual.
Esto supone a veces la defensa irrestricta del derecho a respirar un aire puro y limpio, y contemplar en un régimen de libertad, las bellezas naturales de la nación, de vivir en armonía con la naturaleza y los hombres, lo cual supone una clara posición pacifista y antiarmamentista.
Para la Cátedra de la Paz, la plenitud de vida es posible: es una posición optimista ante tanto derrotismo; es una actividad positiva que está basada en el trabajo firme y sostenido de un equipo de hombres, mujeres, jovenes y niños que creen en la paz, la justicia social, y el equilibrio ecológico, que son dones del creador que deben llegar a todos los seres humanos, sin excepción.  
Para culminar, resaltaremos con lo señalado por Rafael Aguilar que  muchas de las precisiones que visualizo en esos primeros tres años, siguen marcando el quehacer actual de la Cátedra de la Paz. (Recopilación Walter Trejo Urquiola, Marzo 2015)

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