Cuando se formó la UNESCO, y en su preámbulo fundacional
se señalaba que “si las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la
mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”, sus
fundadores aceptaban el reto y lanzaban al mundo el mensaje de que si los
humanos hemos sido capaces de inventar una práctica tan brutal como la guerra,
hemos de ser igualmente capaces de inventar la paz, de construirla,
fortalecerla y universalizarla.
Dice
Vicent Fisas (1998) hemos convenido también que la paz es algo
más que la ausencia de guerra, y tiene que ver con la superación, reducción o
evitación de todo tipo de violencias, y con nuestra capacidad y habilidad para
transformar los conflictos, para que en vez de tener una expresión violenta y
destructiva, las situaciones de conflicto puedan ser oportunidades creativas,
de encuentro, comunicación, cambio, adaptación e intercambio. Este nuevo
enfoque es el que persigue la “cultura de paz”, o “cultura para la paz”, si la
entendemos como un proceso que, en primera instancia, habrá de transformar la
actual “cultura de la violencia”.
Abordemos primeros,
algunas definiciones para comprender nuestro papel en la construcción de la
Cultura de Paz y para relacionar la finalidad de ésta con el tema tratado en
este Seminario-Taller “La Recreación nos lleva a la paz”.
Animación
Socio-Comunitaria precepto que está impregnado en nuestra
misión, que debe estar presente en todas las acciones con y para las personas,
culturas y organizaciones; entendemos que nuestro trabajo de construcción de
nuevos espacios de Cultura de Paz solo puede darse a través del acompañamiento
de personas y grupos.
Entendemos el
acompañamiento sociocomunitaria como un camino compartido de escucha, diálogo y
apoyo permanente, en el que ambas partes
nos enriquecemos e interpelamos mutuamente. Un acompañamiento que conlleva la
superación de resistencias internas, audacia para afrontar grandes retos,
lucidez y perseverancia en los momentos de dificultad y celebración de la vida
en común.
En tal sentido, es
fundamental definir como entendemos el término de Comunidad. Según el Diccionario Larousse, el término de
comunidad se refiere al “estado de lo es común: comunidad de bienes, por
ejemplo. Asociación de personas o Estados que tienen interés común: comunidad
de propietarios, comunidad económica.
Sociedad Religiosa sometida a una regla común”.
Cada quien tiene en
su cabeza una teoría interna del mundo y desde ella aborda el conocimiento.
Después de ello, la persona como sujeto de derechos se dispone a predecir y
comprender. Se aprende todo el tiempo en diversos temas, contextos y personas.
Por eso, la paz se puede aprender desde lo lúdico, lo recreativo; razón de ser
de este seminario.
Formando
Ciudadanos en Democracia. Entendemos por ciudadanía el
sentimiento de pertenencia y el compromiso de las personas y las organizaciones
con el bien común y la protección de todos los seres humanos, en especial de
los colectivos más débiles. La ciudadanía adquiere protagonismo en la construcción
de una sociedad comprometida y justa.
Frente al pesimismo
que niega la posibilidad de cualquier cambio significativo, mantenemos que la
participación genera nuevas realidades. Frente a quienes afirman que los
derechos de las personas dependen de sus méritos, defendemos que la dignidad,
los derechos y la responsabilidad son consustanciales a todos los seres
humanos. Frente a quienes entienden la sociedad como pura suma de individuos,
creemos que las organizaciones sociales, al aunar la voluntad de muchas
personas, multiplican sus capacidades. Frente al escepticismo y la distancia
creciente, que separa a las instituciones públicas de la ciudadanía, tenemos el
convencimiento de que las organizaciones sociales tienen capacidad de influir
en las decisiones políticas que afectan a las personas. Pero sobretodo,
entendemos que debemos fomentar la democracia participativa y protagónica.
Con XXVIII años de experiencia en procesos de
formación, capacitación y seguimiento de sus propuestas formativas, Cátedra de
la Paz sigue desarrollando acciones socioeducativas desde el Estado Mérida, en
la actualidad estamos en nueve (09) Estados (Mérida, Táchira, Barinas, Zulia,
Trujillo, Bolívar, Monagas, Caracas, Lara) desarrollando acciones; la mas
resaltante es el Diplomado Cultura de
Paz. Estas iniciativas desarrolladas por un número equipo de Voluntarios/as
de Paz (en la actualidad treinta y nueve voluntarios/as) busca coadyuvar en la
comprensión y consolidación del respeto a los derechos humanos, la libertad, la
justicia, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad desde la aplicación de la
Cultura de Paz en cualquier contexto de aprendizaje (familia, escuela y
comunidad).
Ahora bien,
comprendamos qué es la Cultura de Paz para relacionar el porqué este Seminario-taller. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) entiende por Cultura de
Paz al:
“conjunto de
valores, actitudes, comportamientos, tradiciones, estilos de vidas basados en
el respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la
no violencia por medio de la Educación, el diálogo y la cooperación; el respeto
pleno y la promoción de los Derechos Humanos y las Libertades fundamentales; el
compromiso de la resolución pacífica de los conflictos; los esfuerzos para
satisfacer las necesidades del desarrollo y protección del ambiente de las
generaciones presentes y futuras; el respeto y la promoción del derecho al
desarrollo; el respeto y el fomento de las igualdades de derechos y
oportunidades de las mujeres y de los hombres; el respeto y fomento del derecho
de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; toda
la promoción de los valores que permitan que la sociedad en el contexto
nacional e internacional favorezca la paz”.
Es importante señalar que el Manifiesto
CULTURA DE PAZ (2000) nos compromete a insertar en cada acción socioeducativa
sus premisas:
1.-“Respetar
todas las vidas.” Respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni
prejuicios.
2
“Rechazar la violencia.” Practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus
formas: física, sexual, sicológica, económica y social, en particular hacia los
más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes.
3“Liberar
mi generosidad.” Compartir mi tiempo y mis
recursos materiales, cultivando la generosidad a fin de terminar con la
exclusión, la injusticia y la opresión política y económica.
4“Escuchar
para comprenderse.” Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural, privilegiando
siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y
el rechazo del prójimo.
5
“Preservar el planeta.” Promover un
consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia
de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales
del planeta.
6
“Reinventar la solidaridad.” Contribuir
al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena participación de las
mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos
nuevas formas de solidaridad.
7.-“Promover
la Democracia.” No solo como
sistema político-social, sino como opción de vida que posibilite el desarrollo
de la convivencia pacífica, el respeto de los Derechos Humanos, entre otros.
En este marco conceptual, podemos también
resalta algunas reflexiones que hemos aprendido en esta praxis socioeducativas
que desde la Cátedra de la Paz hemos venido recopilando en diversos documentos,
ponencias, etc. Las mismas son:
·
Aprendiendo hacer una Cultura de Paz. De todo el bagaje conceptual de Educación para
la Paz (EpP) que desde los inicios nos alimentamos sobre todo, desde España nos
ha permitido con la permanente acción-reflexión-acción aprender a hacer una
Cultura de Paz desde nuestras realidades, con la gente y para la gente. Para
muchos es un proceso bastante lento, paulatino, tenaz y lleno de retrocesos,
por eso necesita paciencia, resistencia y un “aliento largo”. Pero la
experiencia en estos 28 años, si nos ha dicho que los pasos avanzan o la
balanza se inclina hacia la paz, hay esperanza. En resumen, “No hay camino a la
paz, la paz es el camino” (Mahatma Gandhi). O, en otras palabras, la paz se
hace al andar. (Aprender a Conocer)
·
La Paz tiene que empezar en la cabeza y en los corazones. Toda nuestra acción
(programas y proyectos) parte de la convicción de que la vivencia
propia (valores), la reflexión sobre la experiencia (retícula) y el intercambio
de saberes (dominio alcanzado) son los mejores medios de aprendizaje. Por ende,
se crean espacios o contextos de aprendizajes que favorecen las vivencias
personales (conocimiento previo) para reforzar la comprensión y apropiación de
lo aprendido (conocimiento colectivo). A través de una variedad de métodos,
técnicas y dinámicas creativas (en el manejo de lo lúdico, lo recreativo), del
encuentro interpersonal e intercultural, se generan continuamente posibilidades
de reflexión, diálogo, acercamiento y aprendizaje mutuo entre los
participantes. (Aprender a Sentir)
·
Dejando Huellas y sembrando semillas. Dando
testimonio sobre sus experiencias como educadores y constructores de la paz,
muestran la forma en que lo realizado les fue motivando y aportando insumos
para seguir dejando huella y semilla en sus contextos de aprendizajes (familia,
escuela y comunidad). En este andar, quienes pasen por Cátedra de la Paz debe
ser parte de la diferencia, debe ser alguien que contagie de esperanza, de
nuevas miradas y reconocer en el otro y la otra, las infinitas capacidades para
transformar realidades, de promover la convivencia pacífica. (Aprender a
Convivir)
En
conclusión, en este marco conceptual de Cultura de Paz, valorizamos los aportes
de quienes han contribuido con nosotros/as a la definición de nuestro propio
Marco Pedagógico de Paz (MPP) que tiene como mejor expresión el Diplomado
Nacional de Cultura de Paz. Podemos
resaltar tres premisas fundamentales de toda acción socioeducativa que hagamos
en que:
La educación para la paz es un espacio de construcción colectiva. Como construcción, la paz deja de ser un atributo únicamente
individual para asumir un sentimiento más colectivo y comunitario. La educación
para la paz se presenta como un espacio en el que las personas se afirman como
pacifistas, insertándose en el movimiento social para la paz y haciendo
repercutir en su vida cotidiana la búsqueda de las personas comprometidas con
la paz en el mundo.
La Educación para la paz es un espacio de debate y reflexión. En el conflicto interpretativo que se establece en la sociedad
actual, el lenguaje se transforma en el camino por excelencia para lograr la
paz, haciendo de la educación para la paz un espacio esencial para el debate,
el diálogo y la negociación en el que la humanidad puede llegar a un consenso.
Si, como afirmó Kant, “la paz no es natural y debe de ser instituida”, el
ejercicio de la razón y de las dimensiones comunicativa y argumentativa asume
un significado especial.
La educación para la paz es ejercicio permanente de acción. La educación para la paz tiene como objetivo la acción (entendida
desde su dimensión pública y política), que se transforma, fundamentalmente, en
una experiencia de descubrimiento y articulación con el movimiento de la
objeción de conciencia y desobediencia civil, el esfuerzo de la solidaridad
para poner fin a los conflictos, los trabajos de educación para la paz y las
acciones en defensa de la vida, la ciudadanía y los derechos humanos).
(*) Ptgo Walter Trejo Urquiola. Coordinador General Cátedra de la Paz y Derechos Humanos Mons.
Oscar A. Romero de la Universidad de Los Andes. Ponencia (Resumen) presentada
en el Seminario-Taller “La Recreación nos lleva a la Paz” realizado en Barinas
(15 y 16 de Mayo 2015)
Fuentes
Consultadas:
· Cátedra
de la Paz y Derechos Humanos “Mons. Oscar A. Romero”. Plan Estratégico
2014-2017. Mimeo: Mérida, Venezuela. 2014
Educar
para lo Humano (2011) El Juego es Lúdico, pero no todo lo lúdico es un juego. [Documento
en línea] Disponible: http://educarparalohumano.blogspot.com/2011/07/el-juego-es-ludico-pero-no-todo-lo.html
[Consultado 2015, mayo, 11].
Fisas,
Vicent. Una Cultura de Paz (Capítulo XI Libro Cultura de Paz y Gestión del
Conflicto), Icaria /UNESCO. Barcelona, España. 1998.
Jiménez,
B. (2002) Lúdica y recreación.
Colombia: Magisterio. Passim.
Organización de las Naciones Unidas (1999) Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura
de Paz. [Documento en línea] Disponible:
http://www3.unesco.org/iycp/kits/sp_res243.pdf
[Consultado 2012, marzo, 19].
Trejo
Urquiola, Walter José. Informe de Gestión 2010 Cátedra de la Paz. Mimeo:
Mérida-Venezuela.
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