La paz con
consciencia es un concepto que va más allá de la mera ausencia de conflicto y
se refiere a un estado de armonía interior y exterior que surge de una profunda
comprensión y responsabilidad hacia uno mismo y los demás.
Implica un proceso de
autoconocimiento y reflexión donde la persona o la sociedad se esfuerzan por
vivir de acuerdo con principios éticos, justicia, y compasión, no solo en la
resolución de conflictos, sino también en la prevención de los mismos.
Esta forma de paz
reconoce la interconexión de todos los seres y promueve acciones conscientes y
deliberadas para fomentar el bienestar común y la coexistencia pacífica.
Este enfoque a la paz
subraya la importancia de la consciencia como un elemento central en la
creación de un entorno pacífico. La paz con consciencia requiere una atención
constante a cómo nuestras acciones, pensamientos y decisiones afectan a los
demás y al mundo que nos rodea.
Es una paz activa,
que no solo se preocupa por evitar la violencia, sino por cultivar un estado de
equilibrio y respeto mutuo en todas las áreas de la vida. En resumen, la paz
con consciencia es un compromiso con la vida en su totalidad, donde cada
elección se hace con plena conciencia del impacto que tiene en la paz personal
y colectiva.
En
tal sentido, ampliamos esta definición con los aportes del sacerdote Edduar
Molina (Mérida, 2024) comenzado por “Si
quieres paz, respeta la conciencia de cada hombre.
Con la apertura de cada año los cristianos celebramos la
Jornada Mundial de la Paz, ocasión propicia para que el Pastor Universal de la
Iglesia nos regale sus profundas reflexiones y orientaciones que nos encaminen
a continuar construyendo juntos el camino de la paz.
El Papa San Pablo VI la celebró por primera vez, el 1 de
enero de 1968, con la invitación a todos los fieles y a “todos los amigos de la
paz” a promover este don del Espíritu Santo “con su justo y benéfico equilibrio
para que domine el desarrollo de la historia futura de la humanidad”.
Además no deja de ser actual el mensaje de San Juan Pablo II
en 1999, en las puertas del tercer milenio, con su llamado de atención para que
no olvidemos que, si queremos la paz, debemos comenzar por respetar la
conciencia de cada hombre; apremiante desafío que nos coloca frente a mis
obligaciones de reconocer los derechos del otro, dentro de ellos, el más
importante, la libertad de conciencia, la cual es esencial para una convivencia
plena, en paz y realización humana.
Pero, ¿Qué es la conciencia del hombre? Según el Catecismo
de la Iglesia Católica es “una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de
él, nos da órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y esperanza. La
conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en
el de la gracia, a través de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna”
(CIC 1778).
En el centro de este mensaje, nos hace reflexionar sobre la
necesidad de respetar la conciencia de cada uno en el propio ambiente y a la
luz de sus responsabilidades específicas. No solamente en lo que nos compete a
todos, sino en el modo específico de cada persona, sus opiniones, sus opciones
de vida, sus gustos, sus modos de vivir. Cabe preguntarnos: ¿Valoramos y
respetamos la diversidad cultural? ¿Nos integramos con el que es diferente de
nosotros? Esta tarea debe estar guiada por el amor a los demás. No tengamos
miedo de amar lo que es diferente a mis gustos; Jesús nos enseñó en los
Evangelios, al acercase a una mujer desconocida y de otra raza y pedirle de
beber (Jn 4,10). Si creemos y vivimos esto, la paz será posible.
En cada campo de la vida social, cultural y política el
respeto de la libertad de conciencia, ordenada a la verdad encuentra variadas,
importantes e inmediatas aplicaciones. Insiste el Papa Peregrino que buscando
juntos la verdad, en el respeto de la conciencia de los demás, podremos avanzar
por los caminos de la libertad, que llevan a la paz, según el designio de Dios.
También nos advierte el Papa polaco sobre la intolerancia,
como seria amenaza para la paz y que se manifiesta en el rechazo de la libertad
de conciencia de los demás.
Señala que la actitud de la intolerancia puede manifestarse
en cada aspecto de la vida social, sobre todo en la marginación y opresión de
las personas o minorías, que tratan de seguir la propia conciencia en lo que se
refiere a sus legítimos modos de vivir. Así como en la vida pública, cuando no
deja espacio a la pluralidad de las opciones políticas o sociales, imponiendo
de esta manera a toda una visión uniforme de la organización civil y cultural.
Hasta llegar a la intolerancia religiosa, en la que nos ha faltado el
testimonio de unidad y comunión.
Por ello, el Papa Juan Pablo II insiste en la “formación de
la conciencia”. “Todo individuo tiene el grave deber de formar la propia
conciencia a la luz de la verdad objetiva, cuyo conocimiento no es negado a
nadie, ni puede ser impedido por nadie. Reivindicar para sí mismos el derecho
de obrar según la propia conciencia, sin reconocer, al mismo tiempo, el deber
de tratar de conformarla a la verdad y a la ley inscrita en nuestros corazones
por Dios mismo, quiere decir, en realidad, hacer prevalecer la propia opinión
limitada, lo cual está muy lejos de constituir una contribución válida a la
causa de la paz en el mundo”.
Por tanto, esta búsqueda sincera de la verdad lleva no sólo
a respetar la búsqueda de los demás, sino también al deseo de buscarla juntos.
En primer lugar, en el espacio de la familia tenemos la tarea primaria de la
formación de la conciencia, como lo apunta el Papa Wojtila: “Es un grave deber
de los padres ayudar a los propios hijos, desde la más tierna edad, a buscar la
verdad y a vivir en conformidad con la misma, a buscar el bien y a fomentarlo”.
Otro segundo espacio es el dedicado a la educación,
asegurando las herramientas necesarias para que los jóvenes puedan “ser
ayudados a discernir y a buscar la verdad, a aceptar las exigencias y los
límites de la verdadera libertad, y a aceptar el correspondiente derecho de los
demás”.
Por último, tenemos otras muchas instituciones y organismos
que desempeñan un papel específico en la formación de la conciencia, de modo
especial, los medios de comunicación social. En un mundo digitalizado, estos
medios pueden desempeñar un papel muy importante, al promover la búsqueda de la
verdad, evitando presentar únicamente los intereses limitados de parcialidades,
grupos o ideologías, por tanto, deben ser usados de modo responsable al
servicio de la verdad. Enfatizó el Papa polaco.
Busquemos juntos esta tolerancia, como un amor operante que
tiende a transformarse y convertirse en un esfuerzo positivo y conjunto para
asegurar la libertad y la paz a todos”.
Desde la Cátedra Cultura de Paz de la Universidad de Los
Andes señalamos cinco propuestas para hacer realidad la paz con consciencia:
1.
Educación en
valores y empatía: Implementar programas educativos
que fomenten la empatía, la tolerancia y el respeto desde una edad temprana.
Estos programas deben enfocarse en desarrollar la inteligencia emocional y la capacidad
de los estudiantes para entender y valorar las perspectivas de los demás,
promoviendo una cultura de paz en las escuelas y comunidades.
2.
Práctica del
mindfulness y la meditación: Integrar la
práctica del mindfulness y la meditación en la vida diaria para cultivar una
mayor consciencia y autocontrol. Estas prácticas ayudan a las personas a
desarrollar una mente pacífica y centrada, lo que les permite responder a los
conflictos de manera calmada y reflexiva en lugar de reaccionar impulsivamente.
3.
Fomento de la
justicia social: Trabajar activamente para reducir
las desigualdades sociales y económicas que son fuentes de conflicto y
violencia. Esto implica apoyar políticas y proyectos que promuevan la equidad,
el acceso a recursos básicos y la protección de los derechos humanos, creando
así las condiciones para una paz sostenible y justa.
4.
Promoción del
diálogo y la resolución pacífica de conflictos: Establecer espacios seguros para el diálogo en las
comunidades, donde las personas puedan discutir sus diferencias y resolver
conflictos de manera pacífica. Capacitar a líderes comunitarios y facilitadores
en técnicas de mediación y resolución de conflictos para que puedan guiar estos
procesos de manera efectiva.
5.
Consumo
responsable y sostenibilidad:
Adoptar un estilo de vida consciente que considere el impacto de nuestras
acciones en el medio ambiente y en las demás personas. Esto incluye prácticas
como el consumo responsable, el apoyo a empresas y productos éticos, y la
reducción de la huella ecológica, contribuyendo así a un mundo más justo y
equilibrado.
Mayor información: catedradelapazula@gmail.com