Oscar Arnulfo Romero
Galdámez nació en Ciudad Barrios, en el Departamento de San Miguel, El
Salvador. Ese país pequeño en Centro América, que tanta historia tiene, con su
sufrimiento y lucha por la redención humana.
Romero fue ordenado sacerdote el 4 de
abril 1942, con veinticuatro años, y en 1970 nombrado Obispo Auxiliar de San
Salvador; luego de cuatro años es enviado como Obispo a la región cafetera de
Santiago de María. Por fin en 1977 es nombrado Arzobispo de San Salvador por su
perfil de estudioso y calmado dentro de la iglesia. Es aquí donde comienza su
conversión al pueblo, reafirmando su condición profética.
Esta opción lo llevó
al martirio, el 24 de Marzo de 1980, durante la eucaristía en la Capilla del
hospital de la Divina Providencia, un asesino a sueldo entra y da un certero
disparo al pecho de Romero. Muere inmediatamente.
El gatillo fue accionado por
un hombre, pero en realidad del arma hicieron uso grupos de poder que temieron
a las denuncias del Obispo. Se supo luego que el autor intelectual fue Roberto D'Aubuisson, líder de los escuadrones de la muerte,
militar, quien luego llegaría a ser Presidente del país.
Pero la obra de Oscar Arnulfo Romero no llegó hasta ese día. Sus
obras, ideas, pensamientos, sus amores a Dios, a la Iglesia y al Pueblo
trascendieron fronteras, ideologías y hasta creencias religiosas. Hoy en día
Romero sigue siendo punto de referencia en la reconstrucción del país y entre
las generaciones jóvenes que quieren cambiar su país.
Su pensamiento, que es el pensamiento social de base de la iglesia,
guía la lucha por una sociedad mejor, su actuar no violento, de lucha por la
paz, por la redención del pobre se mantiene en las organizaciones, movimientos
y personas que caminan por un mundo donde no impere la injusticia.
Se cumplió su profecía. “si me matan, resucitare en el pueblo
salvadoreño”.
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