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EL USO DE
LA IA EN LAS ORGANIZACIONES SOCIALES
Recientemente
participamos en el seminario web “Entre algoritmos y
poder: la nueva frontera de los derechos humanos y la
inteligencia artificial”, donde
los expertos expusieron sus aportes sobre el nuevo desafío que
enfrenta la sociedad civil: participar activamente en las
decisiones sobre el desarrollo y uso de la inteligencia artificial.
La conclusión
del evento virtual fue que es urgente llevar la voz de las
organizaciones sociales a los espacios donde se trate la IA, en
una discusión que es estratégica y política; no es el futuro, ya
es el presente.
Para
validar que la IA es el presente, tomaremos lo señalado en un informe de Google (2024) evaluó a más de 4 mil
organizaciones sin fines de lucro, y arrojó que 77% de las ONG
consultadas ya usan regularmente la inteligencia artificial. Estas organizaciones están usando la IA para la redacción de
informes y propuestas, para el análisis de datos, la
automatización de comunidades, el diseño de materiales
pedagógicos y la elaboración de campañas. Hay un reconocimiento
del potencial de la IA para el incremento de la productividad en
momentos donde la falta de tiempo y el cansancio se han
generalizado, y los equipos de trabajo están conformados por
pocas personas, que cuentan con escasos recursos y tienen muchas
responsabilidades.
El 90% de
las organizaciones afirma que la inteligencia artificial les
ahorra tiempo en tareas rutinarias. De ellas, el 17% reporta un
ahorro de tiempo de, al menos, diez horas a la semana. Esto les
permite enfocarse en acciones estratégicas: la incidencia
política, la atención a comunidades, la formación y el
fortalecimiento de redes.
Además,
70% de las OSC espera un impacto “mayor o transformador” en la
creación de contenido y el marketing social, y una mejora en la
comunicación y el alcance. La IA permite personalizar mensajes en
múltiples idiomas para llegar a otras audiencias, crear
narrativas de impacto y, en general, puede amplificar voces y
causas invisibilizadas si se usa desde una perspectiva de
justicia social.
El 46,5%
de las organizaciones sociales pide formación práctica e inmediata
sobre IA. Mientras que 57% reconoce no tener suficiente
conocimiento práctico para implementar la IA en su labor diaria.
Sin la formación adecuada, muchas organizaciones pueden quedar
fuera del debate tecnológico, volviéndose dependientes de herramientas
externas, sesgadas y opacas.
La brecha
de conocimiento es una brecha de poder: quienes no entienden cómo
funciona la IA, no pueden cuestionarla ni regularla. La IA se
entrena con datos históricos que reflejan y refuerzan
desigualdades: racismo, sexismo, clasismo, etc.
Si no se
interviene críticamente, puede Invisibilizar el lenguaje
feminista, antirracista o decolonial, discriminar en procesos
automatizados de ayuda o selección, restringir el acceso a
información relevante para comunidades marginadas. Esto es
especialmente grave para mujeres, pueblos originarios y
defensoras de derechos humanos.
¿Qué nos toca hacer?
Los
mayores desarrollos en IA están liderados por corporaciones como
Google, Meta y Microsoft. Estas empresas definen qué se
investiga, para qué se diseña, y quién puede usar la tecnología.
Si las organizaciones sociales no se organizan para incidir, el futuro
digital será una extensión de la lógica de mercado y control, no
de los derechos humanos.
Muchas
organizaciones ven la IA solo como una herramienta técnica. El
mayor riesgo no es usarla, sino usarla sin cuestionar sus
implicaciones políticas. Si solo se adopta para “hacer más cosas”
sin analizar cómo reconfigura el poder, la autonomía y los
derechos, se pierde una gran oportunidad. Si se combina con
pensamiento crítico, la IA puede potenciar la acción
transformadora en lugar de limitarse solamente a la eficiencia
técnica.
La IA ya
está influyendo en los derechos, la democracia, la participación
y la igualdad de género. Las OSC no pueden quedar al margen.
En tal
sentido, Articulate Foundation y CEPAZ ha diseñado un curso que
ofrece una respuesta política y pedagógica: Política, porque ambas
organizaciones están construyendo una comunidad de
pensamiento, práctica y articulación, con capacidad para incidir
en cómo se está desarrollando la IA. Pedagógica, porque apuestan
por la formación de liderazgos sociales que usen esta tecnología
para el bien común, la justicia social y la transformación
democrática, no para el control ni la exclusión.
La
solución no es rechazar la IA, sino entenderla críticamente,
apropiarnos de su potencial, y participar activamente en su
diseño, uso y regulación.
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