viernes, 20 de marzo de 2020

CARACTERÍSTICAS DE UNA SANTIDAD ORIGINAL


Además de las características de una santidad tradicional, Mons. Romero, presenta algunas notas que lo hacen un santo diferente, un santo especial, un santo difícil de comprender y, por supuesto, de seguir:
-       SANTIDAD PROFÉTICA: sin duda esta fue una característica muy especial, específica y novedosa en Mons. Romero; el anuncio y la denuncia que hizo durante sus 3 años como Arzobispo lo han catapultado a nivel mundial, difícilmente encontramos desde los profetas del Antiguo Testamento, un profeta con tanta fuerza; él era consciente de ese su talante profético: “Responsabilidad profética que ustedes tienen como pueblo de Dios y, yo como jerarquía; en el nombre y con la autoridad de Cristo, el gran profeta, ustedes y yo formamos dentro de nuestra propia vocación, la misión profética de la Iglesia” (15 junio 1979). Es obra de Dios, y por eso no tenemos miedo a la misión profética que el Señor nos ha encomendado. Ya me imagino que alguno dice: «¡Ah, se  está creyendo profeta!». No es que me crea profeta, es que ustedes y yo somos un pueblo profético, es que todo bautizado ha recibido participación en la misión profética de Cristo… Nunca me he creído profeta como en el sentido de único en el pueblo porque sé que ustedes y yo, el pueblo de Dios, formamos el pueblo profético, y mi papel únicamente es excitar en ese pueblo su sentido profético que no lo puedo dar yo, sino que lo ha dado el Espíritu” (14 julio 79).

-       SANTIDAD POLÍTICA: otra de sus grandes habilidades fue saber iluminar sabiamente las realidad socio-políticas que se vivían en su tiempo: a la luz de la Palabra divina que revela el proyecto de Dios para la felicidad de los pueblos, tenemos el deber, queridos hermanos, de señalar también las realidades; ver cómo se va reflejando entre nosotros o se está despreciando entre nosotros, el proyecto de Dios. Nadie tome a mal que a la luz de las palabras divinas que se leen en nuestra misa iluminemos las realidades sociales, políticas, económicas, porque de no hacerlo así, no sería un cristianismo para nosotros…  Ya sé que hay muchos que se escandalizan de estas palabras y quieren acusarla de que ha dejado la predicación del evangelio para meterse en política, pero no acepto yo esta acusación, sino que hago un esfuerzo para que todo lo que nos ha querido impulsar el Concilio Vaticano II, la Reunión de Medellín y de Puebla, no sólo lo tengamos en las páginas y lo estudiemos teóricamente, sino que lo vivamos y lo traduzcamos en esta conflictiva realidad de predicar como se debe el Evangelio... para nuestro pueblo… (23 marzo 1980)
-       SANTIDAD EN FIDELIDAD AL PUEBLO: si como decíamos antes, Mons. Romero fue fiel a la Iglesia, pero, tampoco lo fue menos al pueblo: Pero quiero asegurarles a ustedes, y les pido oraciones para ser fiel a esta promesa, que no abandonaré a mi pueblo sino que correré con él todos los riesgos que mi ministerio me exige... (11 noviembre 1979)

-       SANTIDAD EN LA PERSECUCIÓN Y EL MARTIRIO: la comisión de teólogos aprobó, a principios de año, el reconocimiento de la muerte “in odium fidei” y el Santo Padre lo ratificó posteriormente. Y es que Mons. Romero vivió la persecución y el martirio por odio a la fe, por odio a la justicia, a la verdad y a los pobres: como rumores los creo también los que me avisaron esta semana que yo también anduviera con cuidado que se estaba tramando algo contra mi vida. Yo confío en el Señor y sé que los caminos de la Providencia amparan a quien trata de servirle (7 enero 1979); Qué hermoso poder decir como Cristo: «Todo se ha cumplido». En mi vida no he sido más que un poema del proyecto de Dios y de mi propia realización. Me he realizado tal como Dios quería, he seguido la vocación que Dios me dio. He tratado de ser como Dios quería que fuera (13 abril 1979). Así completo mi consagración al Corazón de Jesús que fue siempre fuente de inspiración y alegría cristiana en mi vida. Así también pongo bajo su providencia amorosa toda mi vida y acepto con fe en Él mi muerte por más difícil que sea… Me basta para estar feliz y confiado saber con seguridad que en Él está mi vida y mi muerte, que a pesar de mis pecados en Él he puesto mi confianza y no quedaré confundido” (último retiro 25 febrero 1980)
En esta gran solemnidad de tu beatificación, reiteramos, Mons. Romero, nuestro compromiso de seguir los pasos de Jesús de Nazaret a tu estilo, en una Iglesia pobre para los pobres.
 Fuente: SICSAL 2015


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