Este 24 de
marzo, conmemoramos en toda América Latina y el Caribe, pudiésemos decir que en
el resto del mundo, el martirio de San Romero de América.
Recordemos que
en el espacio anterior, hablamos sobre la vigencia del pensamiento y obra de
Mons. Romero; hoy hablaremos de Romero, cristiano y ejemplo de la construcción
del Reino de Dios en nuestras propias realidades.
El próximo 15
de agosto de 2017 se cumplen los cien años del nacimiento de Monseñor Romero en
Ciudad Barrios, un acontecimiento importante para la vida de toda la Iglesia,
en especial para el pueblo de El Salvador, y para todos los que consideramos a
San Romero de América mártir de la justicia y maestro de fe.
La persona de
Monseñor nos ayuda a vivir en el seguimiento de Jesús y dentro de una Iglesia
encarnada en la realidad de los pobres y desde los pobres. La espiritualidad de
Romero parte del encuentro con Jesús a través de los crucificados.
Sabemos que el
asesinato de su amigo Rutilio Grande, del que el 12 de Marzo próximo se cumplen
40 años, marcó un antes y un después en su vida como creyente, lo que todos han
llamado como su “conversión”, y a nosotros nos plantea sin duda también la
nuestra propia.
Por eso
queremos dar a conocer la persona, el mensaje y la espiritualidad de Romero;
existe en América un Secretariado Internacional Cristiano de Solidaridad con
los Pueblos de América Latina y el Caribe (SICSAL) que agrupa a nivel mundial a
todas aquellas organizaciones, colectivos, comités, personalidades, entre otros
que viven y obran en el marco del pensamiento de Romero.
La persona de
Monseñor Romero sigue siendo actual porque su mensaje no es algo vacío, sino
que viene avalado por su vida, sus palabras nos siguen animando en el
seguimiento de Jesús a los que lo vamos poco a poco conociendo.
Cuando le
beatificaron fue nuestro papa Francisco el que dijo que Romero no había hecho
ningún milagro especial para ser beato, porque “toda su vida había sido un
milagro”, un milagro de encuentro y seguimiento de Jesús en el pobre, hasta dar
la vida por el pueblo aquel 24 de marzo de 1980.
Su martirio es
signo de vida y de esperanza, y su frase: “si me matan resucitaré en el
pueblo”, es cada vez una realidad mayor en el pueblo y en la Iglesia
salvadoreña de base; Monseñor sigue presente, vivo y resucitado “entre su
pobrerío” como él solía también decir.
De ahí que muchos
queremos dar a conocer el tesoro que supone para nuestra Iglesia la vida y la
espiritualidad de Monseñor Romero, en muchas acciones en América
Les invitamos a
participar. Si queréis alguna información más podéis contactar con el correo
catedradelapaz@gmail.com
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